Contemplando la opción preferencial por los pobres que tiene el cristianismo le pregunte al cristiano en desarrollo que hay en mí:
Que dice la gente sobre el pobre? Quien dice que es? Y tú, quien dices que es?.
Obviamente me vinieron a la cabeza los niños negros del África del que el facebook está lleno, las propagandas de las ONG que plagan los metros pidiendo por los hambrientos sonrientes, o con ojos tristes, de países que ni siquiera sé donde ubicarlos en el mapa. Vinieron recuerdos de comunidades de mi país que tuve el placer de conocer, de otros países latinoamericanos que conocí y de este país europeo y de comunidades españolas. Mi mente dejo de viajar por lo lejano y desconocido por no hallar respuesta y se acerco al mas “aquí”. Y comenzó a recordar al mendigo de la iglesia que vio ayer, al que supervisaba los contenedores de la calle la noche anterior y comenzó a preguntarse: Y yo que puedo hacer?. Pero no hallé respuesta.
Y de pronto fui recordando conversaciones, historias de vida, acciones, mails recibidos, blogs de conocid@s, aquella información que llega de mi otr@ mas cercan@ y se comenzó a gestar en mi una respuesta pero sin nacer aún.
Tantos miedos, tantas corazas, tantas escisiones internas, tantos intereses propios, tanto desinterés por quien es el otr@ al que sonrío los jueves, los sábados y otros días de semana, tantos egoísmos territoriales, tanto querer poseer, tantas heridas, tant@s crucificad@s a mi alrededor.
Así me levanté y fui al baño. Hice pis y me dispuse a lavarme la cara cuando levante los ojos y mis ojos ... VIERON.
Y allí estaba la pregunta: que pasa cuando el pobre es el que te mira desde el espejo? Qué pasa cuando "esa" mirada te lleva dentro y encuentras lo mismo y más de lo que miras fuera? Qué pasa cuando el pobre soy yo mismo? Qué pasa con la elección preferencial de “mi” cristiano?. Y así, mirando todas esas miserias del mundo en mi mismo, nació mi respuesta y la oración:
El pobre, mi Señor, soy yo. En mí habita toda esa pobreza de miserias que también hay en mis herman@s. No están fuera los pobres, YO lo soy y VERLO duele.
En mi están esas heridas, miedos, egoísmos, escisiones, corazas, querer poseer tantas cosas, desinterés ajeno e interés propio.
Y yo que puedo hacer?
Tómalo Tú.
Quiero la lluvia de tu Gracia. No quiero el paraguas de mis antifaces, aunque duela. Quiero mojarme, empaparme, sumergirme. Hazme levantar la mirada a ti. Dame el coraje de bajar la mirada a mi fango, que es mío, lo único que tengo para darte y dar.
No permitas que siga mirando fuera lo que hay dentro. Dame la fuerza de entregarte esos pedazos y dejar que los sanes a través de Tu Maestría.
Haz que “mi” cristiano me VEA y sea el buen samaritano. Haz que me muestre a mi herman@ y dale la gracia de ser un buen samaritano conmigo.
Tonto soy por querer sanar las heridas sin lo único que sana: el amor. Tonto soy de huir y temer la medicación y al médic@. Tonto soy de querer ser uno con otros, si no soy uno en mí y contigo.
Pobre soy.
Tonto soy.
(Las lagrima cayeron, se hizo el silencio de Getsemaní, la verdad en respuesta nació y de un lugar en medio de la nada salió un doloroso, suave y potente murmullo).
Ven Señor Jesús!
Y volví a comprobar que no hay epidurales para los partos del alma... para los partos de la verdad.
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