Cada segundo de vida es una posibilidad.
Cada segundo de vida nos permite ejercitar lo único que tenemos y que nos es propio: nuestro libre albedrío.
Ejercitamos el libre albedrío con las decisiones que tomamos.
Si achacamos a otros las decisiones que tomamos, nos convertimos en víctimas de un juego de poder donde ya hemos decidido un rol.
Si nos hacemos responsables de las decisiones que tomamos, nos convertimos en protagonistas de nuestra vida.
Nada en esta vida nos excluye de ser auto-responsables de lo que decidimos, sino que nos convierte en co-creadores de esa VIDA.
La decisión, que a cada segundo la vida nos permite ejercitar, es la de convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia o convertirnos en los espectadores de nuestra propia tragedia.
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