A veces crees que te amas, pero no lo estás haciendo. Porque
permites cosas que no tendrías que permitir; sostienes relaciones que no
tendrías que sostener; no expresas lo que sientes en el momento que quieres
hacerlo; no dices lo que quieres decir; no pones límites a tiempo. Estás
pendiente de la mirada de los demás para ver si te aprueban o aceptan, por
miedo al rechazo o al juicio.
Por eso, no te rechaces a ti mismo, no te
critiques y no te juzgues ni una sola vez más, entonces te liberarás por
siempre de la mirada del otro.
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