Un día me decidí...
Hice una lista de las cosas con las que venía cargando en mi
mochila desde hacía bastante tiempo, tanto de personas como de situaciones. La
lista llegó hasta el 33. Luego compré esa cantidad de papas en la verdulería,
una por cada persona o situación que había identificado. Pegué en cada papa su
cartelito correspondiente y las puse en una bolsa. Me fijé la hora, eran las
19hs, puse la alarma en mi teléfono para que me avisara a las 19:33hs.
Luego agarré la bolsa, la cargué en mi espalda y me puse a
caminar. Fui directo hacia la autopista, busqué un puente peatonal y caminé alrededor de ese lugar esperando el momento señalado.
Cuando llegó el minuto 33 yo estaba transpirado y dolorido, con la bolsa de
papas a cuestas, parado sobre el puente, arriba del sector parquizado de la
autopista.
En medio de un silencio existencial, escuché el sonido de la
alarma... era la hora: lentamente me saqué la bolsa con papas de la espalda, la
puse frente mío con el brazo extendido y la solté desde el puente peatonal.
Pude oír el ruido seco que hicieron cuando cayeron y las vi rodar entre el
pasto mojado y los árboles pequeños...
Me fui despacio... había dejado las 33 papas, ya no hacía
falta que las cargara mas. Volví a casa tranquilo y relajado, estaban mis
nietos, me esperaban para ir a jugar. Pasé el tiempo y varias veces pasé por
ese puente peatonal.
A las papas no las vi más.
Autor: Jose Luis Ciciaro