La compasión es una mente libre de odio. Cuando no hay emociones negativas en nuestra mente estamos automáticamente en paz. La compasión es el deseo de que los demás no sufran y el impulso de ayudar a aliviar ese sufrimiento. El cultivo de la compasión es una fuente de paz y armonía en el corazón y la mente.
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jueves, 30 de julio de 2015
lunes, 27 de julio de 2015
viernes, 24 de julio de 2015
Meditaciones Compasión I
La compasión es una mente libre de odio. Cuando no hay emociones negativas en nuestra mente estamos automáticamente en paz. La compasión es el deseo de que los demás no sufran y el impulso de ayudar a aliviar ese sufrimiento. El cultivo de la compasión es una fuente de paz y armonía en el corazón y la mente.
miércoles, 22 de julio de 2015
viernes, 17 de julio de 2015
Felicidad se escribe con FE
Hoy, sentado en un vagón, temprano en la mañana y con mi mente revoloteando por esos caminos internos de mi propia locura, surgió esa comprensión que dio título a esta nota: FELICIDAD SE ESCRIBE CON FE.
Algo simple, tal vez, para otra persona pero, que en mi, su peso cayo fuerte sobre mi alma en un segundo.
Estaba haciendo un recuento de los regalos que estoy recibiendo en este tiempo: días rodeado de amor, relax, diversión; el comprobar que hay heridas del pasado que han sanado; nuevos proyectos que se presentan; el encuentro fortuito y por otros motivos con una editorial que le interesa leer mi libro; el ofrecimiento, nuevamente, de dirigir un retiro de silencio; el interés de nuevas charlas, conferencias y cursos en una ciudad que no tengo ni idea de donde queda (siempre he sido muy malo en geografía, aunque he recorrido mundo), etc.
En el recuento de tanto recibido me estaba inundando el agobio cuando me di cuenta que soy feliz e, inmediatamente, aparece esta simple comprensión que da título a esta nota.
Siempre dije que mi vida sin FE hubiese sido otra. Siempre supe, aunque nunca lo reconocí públicamente, que mi vida sin FE no hubiese tenido sentido. Pero hoy es cuando me di cuenta que sin FE no sería feliz.
Agradecer a Dios el regalo ya seria redundante (no hago otra cosa hace años).
La FE es un regalo, un don. SIEMPRE LO SUPE. No hice nada para merecerlo, solo he consentido. Y, a hoy, es lo único que hago.
Bien o mal, con mas ganas o con menos ganas, más temprano o más tarde y le guste a quien le guste o lo entienda quién lo entienda: Lo único que hago es CONSENTIR, decir SI.
Soy humano asi que lo he pasado mal como todos. Me han sucedido cosas que no se las deseo ni a mis posibles enemigos. He pasado por todas las incertidumbres necesarias para que un ser humano crezca: dolor, sufrimiento, segregación, odios, desamores, miserias, etc etc etc. Pero desde hace 30 años todo esas vivencias han sido por, con, en y desde la FE.
Sin ese maravilloso regalo todo hubiese sido de otra manera.
Hace años el hecho de perder la fe me agobiaba y aterraba. La simple posibilidad me hacia entrar en pánico, durante mi vida monástica y después. El solo pensarlo me dejaba completamente paralizado. Hoy ya sé que un regalo lleva la esencia de quien te lo ofrece pero que no es el donante. Hoy sé que la FE no es Dios. Y que esta escrito, en el futuro de esta vida, que un día ese regalo ya no estará en mi alma ni podrá ser utilizado. Como no es mía, simplemente, retornara a su Dueño.
Ya no me agobia pues será en el momento justo para que el niño madure. También ya sé que deberé hacer (el cómo puede ser motivo de otra nota).
Hoy simplemente disfruto de esta verdad mía, actual y propia: Mi FElicidad se escribe con FE.
Algo simple, tal vez, para otra persona pero, que en mi, su peso cayo fuerte sobre mi alma en un segundo.
Estaba haciendo un recuento de los regalos que estoy recibiendo en este tiempo: días rodeado de amor, relax, diversión; el comprobar que hay heridas del pasado que han sanado; nuevos proyectos que se presentan; el encuentro fortuito y por otros motivos con una editorial que le interesa leer mi libro; el ofrecimiento, nuevamente, de dirigir un retiro de silencio; el interés de nuevas charlas, conferencias y cursos en una ciudad que no tengo ni idea de donde queda (siempre he sido muy malo en geografía, aunque he recorrido mundo), etc.
En el recuento de tanto recibido me estaba inundando el agobio cuando me di cuenta que soy feliz e, inmediatamente, aparece esta simple comprensión que da título a esta nota.
Siempre dije que mi vida sin FE hubiese sido otra. Siempre supe, aunque nunca lo reconocí públicamente, que mi vida sin FE no hubiese tenido sentido. Pero hoy es cuando me di cuenta que sin FE no sería feliz.
Agradecer a Dios el regalo ya seria redundante (no hago otra cosa hace años).
La FE es un regalo, un don. SIEMPRE LO SUPE. No hice nada para merecerlo, solo he consentido. Y, a hoy, es lo único que hago.
Bien o mal, con mas ganas o con menos ganas, más temprano o más tarde y le guste a quien le guste o lo entienda quién lo entienda: Lo único que hago es CONSENTIR, decir SI.
Soy humano asi que lo he pasado mal como todos. Me han sucedido cosas que no se las deseo ni a mis posibles enemigos. He pasado por todas las incertidumbres necesarias para que un ser humano crezca: dolor, sufrimiento, segregación, odios, desamores, miserias, etc etc etc. Pero desde hace 30 años todo esas vivencias han sido por, con, en y desde la FE.
Sin ese maravilloso regalo todo hubiese sido de otra manera.
Hace años el hecho de perder la fe me agobiaba y aterraba. La simple posibilidad me hacia entrar en pánico, durante mi vida monástica y después. El solo pensarlo me dejaba completamente paralizado. Hoy ya sé que un regalo lleva la esencia de quien te lo ofrece pero que no es el donante. Hoy sé que la FE no es Dios. Y que esta escrito, en el futuro de esta vida, que un día ese regalo ya no estará en mi alma ni podrá ser utilizado. Como no es mía, simplemente, retornara a su Dueño.
Ya no me agobia pues será en el momento justo para que el niño madure. También ya sé que deberé hacer (el cómo puede ser motivo de otra nota).
Hoy simplemente disfruto de esta verdad mía, actual y propia: Mi FElicidad se escribe con FE.
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