No quiero un camino con señales,
ya dejé de buscar las migas de pan
que abandoné como marca de mi paso.
He sido una amalgama de
cosas buenas y malas.
De hecho me miro con una cierta ironía.
He pintado el mundo a mi gusto,
en ocasiones sobrecargado,
otras minimalista.
No pertenezco a ninguna idea que no sea mía,
ni asumo ningún hecho
en el que no haya participado.
Me reconozco responsable de los abusos ajenos,
yo los permití.
Agradezco a la mala gente,
tantas lecciones de las que aprendí
a mirar de frente el dolor que me infringieron.
Soy el resultado de mi pasado,
de mis aciertos y mis errores,
ni me quejo del camino polvoriento,
que me trajo a donde he llegado,
ni del agua contaminada que bebí,
ni de la lluvia que me empapó,
aquel día de primavera.
Las señales,
las marcas,
de nada me han servido.
Tropecé,
tropiezo y tropezaré,
con las mismas piedras o con otras,
pero volveré a levantarme,
hasta regresar al mar,
sin haber podido responder,
a la pregunta que me hice,
la primera vez que me quedé prendida
de su belleza inmensa.
¿Para qué?.
mabel escribano
d.r.
imagen: Karem Abramyan
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