Hola María:
Hoy te recuerdo como esa niña de 15 años que permitió que
llegara mi Jesús a este mundo y que Él me llevara al Padre.
Recuerdo la primera vez que leí sobre la Anunciación, y eso
que ya han pasado más de tres décadas, y parece que fue ayer. Era mormón y ya sabes que tu presencia es solo
un detalle en algunas creencias cristianas. Pero si bien pregunté y no recibí
instrucción, sabes que esa imagen quedó grabada en mí hasta que pudiera
comprenderla. El adviento fue mi periodo hasta los 30 años, hasta que el
misterio de cuaresma caló hondo y se convirtió en "el tiempo"
litúrgico de mi vida. Pero no por eso has dejado de alimentarme. Cambiaste, de niña a Madre Dolorosa, pero la niña aun me
sigue hablando.
Ya pasados los años de infancia donde la imagen de Gabriel,
tanto como la tuya, se disfrazaba en ensoñaciones de alas angélicas exuberantes
y luces brillantes de efectos especiales en vuestro ENCUENTRO, me fuiste
mostrando con la madurez de la vida que un ENCUENTRO con la voluntad de Dios es
de lo más simple. Y un encuentro con su mensajero, también.
Me has enseñado que
cualquier herman@, con plumas o sin ellas, es el transmisor de la voluntad de
mi Padre. Me has enseñado que sentiré temor al escucharla pero que
inmediatamente ese temor desaparecerá si me abro a la confianza en Dios y pago
el precio de cumplir, en acto, SU voluntad.
Tu tenias 15 años y vino un tío a decirte que serías madre
soltera en una sociedad que, seguro, te mataría a piedras, donde serías
repudiada por Joaquín y Ana, donde todo tu entorno te señalaría con el dedo,
donde tu prometido sería el primero que te dejara sola, donde tu vida, tu
cuerpo, tu mente y tu espiritualidad cambiaría. Donde esa voluntad nueva de TU
Dios desdecía, no solo todo el orden social establecido, sino también SUS
propias leyes anteriormente pronunciadas.
¿Te pareció contradictorio?
Pues seguro que si, ni siquiera conocías varón.
¿Te pusiste a pensar
en tu zona de confort con todo lo que ya conocías de Dios y de la ley de los
hombres y te propusiste seguir como estabas?
Pues no. Apostaste por el Dios desconocido, el Dios del
misterio que siempre se revela nuevo, por el Dios que te pedía que cambies tu
forma reglada de vivir para llegar a ser libre y que pagaras el costo, con su
auxilio, de todo lo que debías afrontar para llevar su voluntad nueva a buen
puerto.
¿Lo entendiste acaso intelectualmente?
No. Lo entendiste con el corazón, confiando, ampliando tu
capacidad de AMAR, ampliando tu capacidad de DAR y DARTE. Primero a ÉL, luego a
el fruto de tu "SI, Hágase" y, acto seguido, a todos los frutos que
venimos después, Madre Mía.
Por eso estoy profundamente agradecido.
Porque comprendiste desde el corazón. No intelectualizaste
lo irracional, no te quedaste en tu sitio, sino que avanzaste a un nuevo mundo
desconocido donde me diste VIDA. Y donde yo intento, a duras penas, seguir ese
ejemplo de aceptación irracional del misterio de Dios en mi vida (porque
reconocerás que me diste VIDA pero que no saqué tus genes).
Gracias Madre por esta cuaresma y por tu constante ejemplo de una grandeza, a
la que sé, que nunca llegaré pero bajo la cual sé que puedo cobijarme.
Tuyo SIEMPRE.
Norberto